sobre nuestra gracia

Tragamos saliva y nos miramos fuertemente y nos dejamos ir del lado del amor, ahora éramos uno, no teníamos más planes, no teníamos identidad pero sabíamos que buscábamos lo mismo. Nadie habló, sabíamos que el silencio debía de ser mejor que las palabras, se nos amontonaban las ideas y las huellas de nuestra historia se quedaban en la punta de la lengua. No estábamos mal pero nunca habíamos luchado tanto, nunca el mundo había tenido tanta gratitud con nosotros. Éramos eso que se desaparece al ojo del que busca el aburrimiento y el comercio, no lo comprendíamos porque nadie quería que aquello se convirtiera en una corrección de la personalidad. Nuestra identidad se desvaneció por unos momentos, ambos la recogimos cuando estábamos tirados de pasión, volvimos a vestirnos cuando la conciencia y cuando nuestra moral iniciaba su retorno. Supongo que hay personas con una moral superior y que hay momentos de sublimación ética, aquella vez silbe para agarrar la primera palabra de mi vocablo, me tarde en recuperar mi gracia y mi moral, tarde en devolverle el poder a mi mirada porque ya era otro, me había descubierto luego de haberme perdido en eso que llaman amor.